Tarta dulce fácil y rápida

Comience por combinar la harina, el azúcar y la sal en un bol grande.

Cortar la mantequilla en trozos pequeños y añadirlos a la mezcla seca. Según mi experiencia, un consejo importante: asegúrate de que la mantequilla esté fría. Ayuda a que la masa sea más escamosa.

Mezclar los ingredientes hasta obtener una textura arenosa.

Añada poco a poco agua helada, empezando con una cucharada cada vez, mezclando a medida que avanza. A menudo, la gente se preocupa por la cantidad de agua. Sin embargo, en mi experiencia, el objetivo es conseguir una masa que apenas se una y no esté demasiado pegajosa.

Forme una bola con la masa, envuélvala en film transparente y métala en la nevera durante al menos una hora. He descubierto que este tiempo de reposo permite que el gluten se relaje y da como resultado esa dulzura escamosa perfecta que buscamos.

Cuando la masa se haya enfriado, extiéndela sobre una superficie ligeramente enharinada hasta que quepa en el molde para tartas. El grosor de la masa depende de la receta para la que la vayas a utilizar, pero por regla general, un grosor de aproximadamente 1/8 de pulgada funciona bien.

Una vez que la masa esté en su molde, recuerde pinchar el fondo con un tenedor para evitar que se hinche durante el horneado.

Hornear en el horno precalentado a 190°C (375°F) durante unos 25-30 minutos, o hasta que la masa esté dorada.

La belleza de esta receta de pasta dulce reside en su sencillez y versatilidad. Disfrútela con un relleno de fruta, natillas o incluso una ganache de chocolate negro. Es un capricho agradable que cumple con creces.